El mundo del vino tiene una plétora de etiquetas, uvas, métodos de vinificación y regiones en todo el mundo y lo mismo ocurre con sus términos, nomenclaturas y conceptos. Los términos Viejo Mundo y Nuevo Mundo son muy, muy antiguos, pero empezaron a utilizarse en el último cuarto del siglo XX, cuando la representación del Nuevo Mundo en el mercado del vino pasó del 3 al 23%.
Por mucho que Viejo Mundo y Nuevo Mundo sean términos capaces de generar muchas dudas, sus signifi cados son relativamente sencillos y podemos dividirlos en “término” y “estilo”.
VIEJO MUNDO
Término
Zona geográfi ca productora de vino que comprende Europa, algunos países de Asia occidental y el norte de África. Allí se originó la especie responsable de todas las variedades aptas para producir vino fi no y de calidad, la Vitis vinifera, lo que explica la enorme disponibilidad de diferentes tipos de uva en estas regiones.
Los productores de estas regiones comprendieron rápidamente que la personalidad de la bebida no sólo procede de la cepa que la origina, sino también de las características del suelo y el clima donde se cultiva, además de las técnicas empleadas en su elaboración.
Estilo
Esta combinación de factores generó tal número de variaciones que es prácticamente imposible hablar de un “estilo genérico” de vino del Viejo Mundo, y nació lo que conocemos como tipicidad. Por eso, cuando optamos por ellos, pedimos un “Burdeos”, un “Borgoña”, un “Chianti” o un “Rioja”, por ejemplo.
Los largos años de tradición en la producción y el reconocimiento internacional han colocado al Viejo Mundo a la cabeza de este mercado.
NUEVO MUNDO
Término
A partir de las grandes navegaciones y colonizaciones europeas, la Vitis Viniferay el vino fino llegaron con toda su fuerza al llamado Nuevo Mundo, área geográfi ca que abarca, además de las Américas, países como Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Con el tiempo, los productores de estas regiones, para garantizarse una porción del mercado, buscaron diferenciarse del tradicionalismo del Viejo Mundo.
Basándose en investigaciones, descubrieron que una gran mayoría de consumidores tenía difi cultades para entender la información impresa en las botellas, además de no tener paciencia para esperar unos años para consumir vinos europeos, que necesitaban cierto tiempo de envejecimiento para alcanzar su mejor momento.
Empezaron entonces a destacar el nombre de la uva en la etiqueta y también utilizaron modernas técnicas de producción para crear vinos que salieran de las bodegas listos para el consumo.
Estilo
Serían vinos fáciles de beber, accesibles, con exuberantes aromas afrutados y notas de roble (procedente o no de barricas), suaves al paladar, a menudo con cuerpo, con una gran concentración de color (en el caso de los tintos).Como la mayoría se producen en regiones cálidas, tendrían menos acidez, una característica que agradaría al paladar de muchos consumidores. Así nació el estilo del Nuevo Mundo.
En contraste con el estándar moderno de sabores y apariencias, es habitual encontrar vinos del Viejo Mundo completamente opuestos. A veces, sus colores son menos concentrados, el cuerpo es más ligero y los aromas son más delicados, con reminiscencias de fruta fresca, fl orales y no siempre con notas de roble.
En otras, serán más ácidos y con taninos perceptibles, sobre todo cuando proceden de regiones más frías o de uvas que acentúan estas características como las italianas Barbera y Sangiovese o la francesa Gamay. La Nebbiolo italiana, por ejemplo, genera vinos de gran acidez y taninos marcados, y da vida a los Barolos.
Esto es un poco de lo que nos depara un viaje por estos dos mundos. Profusión de regiones, uvas y estilos. Un plato completo para enófi los que disfrutan con nuevas experiencias. Como dice el refrán francés, “vive la différence”. Quizá sea esta la gran diversión que proporciona esta bebida.