Más conocido por la producción de tequila, bebida destilada producida a partir del agave, México también quiere ser reconocido por los vinos que produce. Aunque no se encuentra entre los principales países productores, el sector vitivinícola está creciendo rápidamente en el país.
Uno de los indicadores es el número de bodegas, que ha aumentado de 100 en 2012 (según datos de Wines & Vines Analytics) a aproximadamente 400 en la actualidad, según una investigación del escritor y sommelier Sergio Gonzales, basada en información del Consejo Mexicano del Vino y de la Organización Internacional del Vino (OIV).
La producción de los vinos mexicanos
Actualmente, el país cuenta con alrededor de 36 mil hectáreas de viñedos, muchos de los cuales están invirtiendo en sostenibilidad.
Muchas bodegas ya pueden considerarse orgánicas, ya que cumplen con los estándares del Programa Nacional Orgánico del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), aunque muy pocas están certificadas.
La región vinícola más grande de México es la Península de Baja California, donde se encuentran alrededor de 250 bodegas que producen el 70% del total nacional, siendo el 70% vino tinto, el 20% vino blanco, el 8% vino rosado y el 4% espumante.
Otra región importante en la producción es el estado de Coahuila, en el norte del país. Según el Consejo Mexicano del Vino, el consumo promedio per cápita de vino al año es de 1.2 litros, una cifra considerada baja en comparación con la mayoría de los países productores de vino de América Latina, lo que indica que aún hay mucho espacio para el crecimiento.
La mitad del vino consumido por los mexicanos se produce en el país. Aunque la expansión del mercado de vinos es un fenómeno reciente, la producción de vinos premium no es algo nuevo: vale la pena recordar que Casa Madero, anteriormente Bodega San Lorenzo, es la bodega más antigua de las Américas, fundada en 1597 en el Valle de Parras, Coahuila.